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jueves, 11 de agosto de 2011

FCS, 1911 - 1912 inaugura el Club Hotel Sierra de la Ventana

El Club Hotel fue inaugurado para la temporada de 1.911 – 1.912, tenía comodidad para más de 300 pasajeros y su administración estaba a cargo del F.C.S.
Los informes y reservas podían solicitarse al gerente del hotel o en las oficinas de informes del F.C.S., en Buenos Aires en Cangallo Nº 568 y en Bahía Blanca en Chiclana Nº 147.
El viejo edificio se encuentra ubicado, lo que queda de él, a 550 m sobre el nivel del mar al  pie de los cerros Colorado y Napostá (1008 m), entre los arroyos Belisario y de Las Piedras  (afluentes del río Sauce Grande), cercano a la villa conocida como Villa Ventana uno de los sitios más bellos de nuestro país, y tal vez, no lo suficientemente conocido.
Al hotel se lo consideraba como: “el único sitio ideal para veraneo de montaña, en toda Sud América”, probablemente se exageraba un poco en la publicidad; se decía además, que su edificio estaba construído “con todos los adelantos modernos y dotado de todo cuanto puede necesitar para su confort la persona más exigente”, y en esto no se exageraba nada; el hotel fue una maravilla para la época por las comodidades que ofrecía y por el majestuoso lugar en que fue construído.
Ubicado a pocos km. de la estación Sauce Grande (después Sierra de La Ventana), contaba con servicio especial de automóviles de la estación al hotel, con trenes rápidos de ida y vuelta, a una noche de Buenos Aires y dos horas y media de Bahía Blanca, todas las noches.
El F.C.S. ofrecía “boletos especiales de recreo”, en Buenos Aires (Plaza Constitución o en la oficina de calle Cangallo), Temperley y Bahía Blanca se expendían dichos boletos para la estación Sauce Grande, ida y vuelta, válidos para el regreso durante tres meses desde la fecha de la emisión.
Las tarifas de los boletos eran:
Desde Buenos Aires y Temperley $30,00 m/n y desde Bahía Blanca $ 6,00 m/n.
La construcción del hotel se realizó totalmente en mampostería de ladrillos comunes  (a tal efecto se montó parte de una  fábrica de ladrillos, que Ernesto Tornquist había adquirido en Europa), la estructura del entrepiso se realizó en hierro, la cubierta de la planta alta era chapa de hierro galvanizada, con cielorrasos de yeso y de madera, los pisos de madera y mosaicos formados por pequeñas piezas hexagonales.
Los trabajos de construcción del edificio, estuvieron a cargo de la empresa bahiense de Antonio Gerardi.
Las habitaciones contaban con baño privado (casi todas), y su disposición permitía la formación de departamentos para familias, con sala de recibo, comedor, etc. Había además un grupo de habitaciones para alojar al personal de servicio de los pasajeros.
El hotel poseía luz eléctrica, con una usina para tal fin, cámaras frigoríficas y garage para automóviles.
El Club Hotel ofrecía a sus huéspedes una serie de actividades: en el patio posterior, protegidas de los vientos dominantes por las alas laterales del edificio, había cuatro canchas de tenis, también contaba con cancha de cricket y crocket. Una gran piscina, cuya agua era renovada en forma constante, permitía a los pasajeros refrescarse en los cálidos días veraniegos.
Poseía un campo de golf y una edificación (confundida por algunos como una estación), en el interior de la cual los golfistas podían cambiarse de ropa y descansar de su juego, bebidas mediante.
Se ofrecían excursiones guiadas por baqueanos para recorrer los puntos de interés de la zona serrana; los pasajeros disponían de caballos y coches para este fin.
Había, además un amplio gimnasio cerrado.
En el interior del hotel, en un extremo, se encontraba la sala de billares.
Contaba con un gran salón de fiestas, en el que durante la temporada funcionaba todas las noches un cinematógrafo que ofrecía, a diario, programa nuevo.
Y por supuesto, el mejor entretenimiento para muchos: “el casino”.
Como vemos se proveían de actividades recreativas  para todos los gustos.
La construcción del hotel no estuvo exenta de situaciones dramáticas, dado que, durante su construcción, un ciclón provocó el derrumbe de paredes que ocasionó la muerte de varias personas.
Una crónica del diario El Censor, del 14 de junio de 1.910, bajo el título Ciclón en Las Sierras, da cuenta de tal situación:
“En la noche del sábado al domingo último desencadenóse a eso de la 1 A.M. un violento ciclón en las proximidades de “Sierra de la Ventana”, originando el derrumbe de cuatro paredes de 50 mts. de largo y 7 mts. con cincuenta centímetros de altura, del edificio en construcción con destino al gran hotel, que instalará a cinco leguas y media de distancia de la mencionada estación, la compañía anónima constituída con ese expreso propósito.
En el espacio comprendido entre dos de las paredes - que son de un ladrillo de espesor reforzadas con columnas y travesaños de hierro – habían instalado sus camas seis oficiales y peones del aserradero de los sres. Diego Meyer y Cía. de esta plaza que ha tomado a su cargo por contrato con el
constructor del edificio sr. Antonio Gerardi, toda la obra de carpintería del mismo.
Las dos paredes se desplomaron sobre los infelices obreros que en ese momento se hallaban tranquilamente entregados al reposo.
A corta distancia del lugar del derrumbe habitaban en carpas otros obreros que inmediatamente de sentir algunos lamentos se levantaron y encendiendo una gran fogata para alumbrarse porque la oscuridad era absoluta, dieron comienzo a la remoción de los escombros, logrando retirar de entre ellos herido de gravedad uno y levemente de dos a tres obreros y comprobando que los otros habían fallecido instantáneamente.
Los heridos se salvaron gracias a haberlos cubierto en cierta manera algunas chapas de zinc que amortiguaron el golpe de los ladrillos.
En las primeras horas del domingo, esto es, tan pronto como recibieron aviso, se trasladaron al lugar del suceso representantes de la autoridad policial y el médico de la repartición, los primeros para efectuar las averiguaciones de rigor y el último para prestar su asistencia profesional.
Hoy llegarán a esta ciudad los cadáveres de las tres víctimas y también los tres heridos.
Se estima que los daños materiales causados a la obra en construcción representa una pérdida de 50.000 pesos moneda nacional”.













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